Regreso de una semana en la que estuve siendo parte de la representación exacta y homenaje a la burocracia y falta de inteligencia o si ustedes lo prefieren, de orden. Sí, sí, me he formado en hartas filas ad fastidium. El simple hecho de ver una fila me hace flaquear las piernas y rasgarme las vestiduras, acto del cual me he abstenido por respeto a la dignidad humana (mía).
Filas y filas
¡Oh, interminables filas!
¡Oh, cuán longevas ellas!
Monumento empírico de la justicia ciega, que asigna números sin distinción de sexo, color de piel o capacidad diferente; todo con el propósito de evitar un pandemónium en medio del patio bajo el rayo del sol. Esas fueron como 3 nada más, las demás fueron bajo techo pero no por eso menos estresantes.
¡Oh filas mías!
El simple pensamiento me redirecciona al slogan de las pilas Energizer.
Y no, no me metí en ninguna porque no quise. Además, nunca estuve sola. Nunca estamos solos (insértese tema de los X Files).
Fin.